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El mito del crecimiento

Por Gabriel Boragina ©

El gobierno argentino habla repetida e incasablemente del supuesto "crecimiento" que como "logro" se habría obtenido durante la presente gestión. Lamentablemente, muchos autores, periodistas y hasta economistas, parecen creerle. Los mas críticos admiten tal fantasmal crecimiento pero agregan otros aspectos que serían más importantes y desfavorables a la gestión de gobierno.

Nosotros negamos tal falacia del crecimiento; para justificar esta aserción lapidante podríamos dar muchas explicaciones técnico económicas, estadísticas teóricas y prácticas; pero la idea en el estrecho margen de esta breve nota, no es que el lector tenga que hacer un curso completo de economía para poder entendernos, sino que, mediante el mas sencillo expediente del uso de la razón, le permita ver porque motivos no ha existido el crecimiento que el gobierno dice haber "logrado".

Cabe primero preguntarse ¿de qué tipo de "crecimiento" se habla?. Las cosas no son tan simples como parecen, porque existen muchas clases de crecimiento. Para comenzar, digamos que en economía, manejamos dos grandes magnitudes de crecimiento, a saber: el crecimiento absoluto y el crecimiento relativo.

Una comunidad, país, región, lugar, etc. , es próspero y floreciente, cuando ha habido un sostenido crecimiento absoluto de la economía. No es el caso argentino, donde solo encontramos un importante crecimiento relativo. ¿Y que es un crecimiento relativo? Básicamente, se habla de crecimiento relativo –en economía- cuando algunos sectores, o personas crecen a costa de otros, lo que en otras palabras, implica a decir, que en el crecimiento relativo, algunos crecen porque otros decrecen y viceversa. Este es, sin duda, el caso argentino. Pudo haber un crecimiento sostenido, pero al ser RELATIVO, sus efectos no solo no han alcanzado al conjunto de la población, sino que han beneficiado a unos en perjuicio de los demás. Afirmar que esto es un "logro" político, -como lo dicen los afectos al gobierno- es una aseveración aventurada y -para mi- enteramente disparatada.

En este periodo, hubo crecimiento relativo, pero no absoluto. Muy bien. Ahora el lector querrá saber en que consiste el crecimiento ABSOLUTO, y se lo diremos, simplemente, en lo contrario al relativo, es su inversa directa, ¿sencillo verdad? Claro que si! Como todo aquello que implique el uso racional de las palabras, de allí que advertí al lector al comenzar, que tan solo utilizando la razón podría por si mismo desentrañar lo que íbamos a explicarle. Pero le diremos mas aun. Veamos mas de cerca al crecimiento absoluto.

Suele confundirse el crecimiento ABSOLUTO con el crecimiento igualitario y esta confusión es incurrir en un grave error. Para entender la diferencia, será necesario percatarse, comprender y aceptar, que ni en la naturaleza, ni en la vida, ni en relaciones sociales, nunca existió, no existe, ni existirá jamás, nada parecido a algo "igualitario". Lo "igualitario", es una completa entelequia, una enorme falacia, un gran embuste histórico, filosófico, político e incluso, económico. Ninguna de las medidas políticas históricas, desde el comienzo de los tiempos hasta el presente, logró jamás la igualdad económica (ni ninguna otra, pero ahora estamos hablando de economía y nos circunscribiremos a esta cuestión).

El tema del crecimiento se entiende mejor con un ejemplo sencillo. Supongamos (para simplificar) que hay un país con dos personas P1 y P2. En el momento 1 (M1), los ingresos de P1 y P2 son respectivamente $ 100 y $ 120, en el momento 2 (M2), los ingresos de ambos pasan a ser respectivamente $ 120 y $ 150.

Este es un claro ejemplo de lo que en economía llamamos crecimiento ABSOLUTO (por favor ¡no confundir con igualitario!) ambas personas han crecido en términos absolutos (pero no igualitarios) han mejorado sus ingresos y patrimonios con relación al momento 1.

Veamos ahora un ejemplo de crecimiento relativo (como el que tuvo Argentina en este periodo). Volvamos a nuestros dos pobladores P1 y P2, que ahora pasarán a ser dos argentinos cualesquiera. Habíamos dicho que en M1 sus ingresos y/o patrimonios, fueron de $ 100 y $ 120, respectivamente; en un esquema de crecimiento relativo en M2 los ingresos de P1 y P2 serán -por ejemplo- de $ 90 y $ 180 respectivamente. Exacto, P2 ha crecido en forma inversamente proporcional al decrecimiento de P1, en este caso, la relación es inversa y no directa, otra de las enormes diferencias entre ambos tipos de crecimiento, relativo y absoluto.

Ahora bien, si transmutamos los valores P1 y P2 por los diferentes grupos de argentinos (por ejemplo, podemos llamar P1 a los obreros, P2: empresarios, p3: docentes, p4: burócratas, p5: militares, p6: sindicalistas, p7....etc.) y a los $ 100 y $ 120 originales (y a sus variaciones) les ponemos a la derecha todos los ceros que nos agraden, tendremos una exacta representación de lo que ocurre en cualquier parte del mundo en materia económica, incluso, claro está, también en la Argentina.

Ahora es fácil entender porque, en la Argentina el "crecimiento" del que tanto se habla, fue relativo y no absoluto, porque solo benefició a unos pocos, a costa del resto de los argentinos. Puede decirse mucho mas en abono a esta explicación -forzosamente breve y sencilla por el medio al cual va destinado-, incluso, como les decía al principio, puedo argumentar más y mejor todo esto, con abundantes términos técnicos y complejas fórmulas matemáticas, cuadros estadísticos, matrices, etc. Pero creo que lo aquí dicho es lo suficientemente claro y representativo como para que los amigos lectores y lectoras, no se dejen engañar por el discurso mentiroso de un gobierno que carece de cualquier clase de catadura moral.

Los crecimientos relativos son obtenidos por la mayoría de los países del mundo por razones muy diversas y que la mayor parte de las veces tienen que ver con el grado de libertad que tenga la economía del lugar donde se lo analice. La experiencia permite advertir que, a mayor libertad económica mayor crecimiento absoluto. A menor libertad económica mayor crecimiento relativo. El ideal, la meta de toda persona de bien, es apuntar al crecimiento ABSOLUTO y desechar el relativo, porque el crecimiento relativo, implica –siempre- una injusta distribución de riqueza y mayores niveles de pobreza. En las economías libres, llamadas generalmente economías de mercado, el crecimiento económico siempre es absoluto, es decir, beneficia al conjunto.

Este no ha sido el caso argentino -en modo alguno- durante el último periodo presidencial. Lo que asusta (y mucho, y cada vez mas) es que el gobierno siga insistiendo en lo contrario, cuando todos los indicadores económicos y la realidad objetiva misma, más evidente, se lo niegan en forma terminante. Y es mucho más pavoroso todavía que pretendan seguir en el poder –si bien con recambio de candidatos- machacando en este modelo de pobreza y marginación (crecimiento relativo) donde unos pocos crecen a costa del decrecimiento de la mayoría. Esperamos y rogamos a Dios que no les permita continuar hambreando al pueblo argentino.

El Tao de la economía

El Tao de la economía. 1

Los paralelismos. 2

Objetos y procesos. 3

Progreso y cambio. 4

Creación y destrucción. 5

Por Gabriel Boragina ©

Tomé prestado este titulo de un libro que acabo de leer titulado El Tao de la física, cuyo autor es el físico europeo Fritjof Capra. Se trata de un libro interesante, donde su autor se propone analizar los paralelismos (como él los llama) existentes entre la física y el misticismo oriental. Llegué a este libro casualmente, en virtud de mi actual interés en el estudio y análisis de los paralelismos entre la economía y otras ciencias, de donde derivó –también fortuitamente- otro interés subsidiario por la correspondencia entre la economía y el misticismo. Es decir, Capra y yo mantenemos "en común" el estudio de los paralelismos, diferimos en cuanto al objetivo de nuestras comparaciones: en tanto él compara la física con el misticismo oriental, yo comparo la economía con otras disciplinas, sin excluir las místicas.

El trabajo de Capra es serio, aunque no exento de fallos y, por sobre todo, numerosas contradicciones (incluso autocontradicciones), en especial en el terreno filosófico. Su exposición de los rudimentos de la física cuántica y relativista es, por demás, impecable, principalmente, por lo simple y clara para un lego como yo. En cualquier caso, es un libro recomendable para el lector interesado en las ciencias alternativas, aunque en rigor, este no es el tema de su libro.

Sin embargo, mi interés por las comparaciones entre ciencia y espiritualidad, no surgió con la lectura de este libro, sino con la de otro libro, cuyo autor es mi ex profesor y amigo, mi tocayo Gabriel Zanotti, titulado "Economía de mercado y la Doctrina Social de la Iglesia", puedo decir que fue mi primer contacto con un parangón entre aspectos que -hasta la lectura del libro del profesor Zanotti- creía completamente divorciados.

No hay ningún paralelismo entre los libros de Capra y Zanotti, excepto, el de buscar paralelismos, de hecho, las conclusiones a las que arriban Gabriel Z. y Capra son completamente disímiles. Y también difieren los objetos comparados. Zanotti coteja la economía austriaca con la DSI, en tanto Capra intenta hacer lo propio entre la física (en realidad, lo limita a la física cuántica y relativista) y el budismo hindú, El Tao chino y el Zen japonés. Como en el caso de Capra, el libro del Dr. Zanotti es altamente recomendable.

Lamentablemente, ambos autores son relativamente poco conocidos en el campo, tanto de la filosofía (el caso de G. Zanotti) como de la física (F. Capra) y a sus visiones se las considera alternativas, en el sentido de no convencionales.

En cuanto a lo económico, F. Capra solo hace tres menciones en "El Tao..." a mi juicio, imprecisas, confieso no haber leído sus libros posteriores, por ello, me limitaré a comentar sus escasas afirmaciones económicas en "El Tao de la física". Como el mismo F. Capra lo dice en su epilogo, su visión de la economía es ecologista, según él, no en un sentido convencional de esta palabra, sino "integral". Concretamente, critica la creencia en un ilimitado progreso material que puede ser alcanzado mediante el crecimiento económico y tecnológico, curiosamente, agrega que, según su opinión, Este paradigma que ahora está en retirada ha dominado nuestra cultura durante varios cientos de años, durante los que ha modelado nuestra sociedad occidental y ha tenido una significativa influencia sobre el resto del mundo.

Infortunadamente F. Capra no nos da aquí mas detalles acerca de cual sería, en concreto, ese paradigma económico. Tampoco puede establecerse con claridad, en que sentido F. Capra utiliza ciertos términos claves, tales como "ilimitado progreso material" por un lado, y "crecimiento económico y tecnológico" por el otro. Y esto era relevante, toda vez que si por "material" F. Capra alude a lo que en economía entendemos por bienes y servicios, infortunadamente, los hechos no le dan la razón a nuestro autor.

Pocas doctrinas económicas postularon –en la historia de la economía- un "ilimitado" progreso material, entendido éste ultimo, como aumento de bienes y servicios, sin embargo, entre ellas la más influyente de todas ha sido el marxismo, cuyo sistema estableció, que las "fuerzas materiales de producción" siempre produjeron y siempre producirían por la pujanza inexorable de la historia y del destino.

He estudiado con detenimiento el marxismo, el socialismo y el comunismo, y no voy a aquí a repetir las conclusiones a las que he llegado a través de mis estudios; hacerlo, convertiría este análisis en algo sumamente extenso, por lo que remito al lector interesado a la lectura de la publicación de mis trabajos.

Si este es "el paradigma" del que habla F. Capra en los pasajes transcriptos, estamos en completo acuerdo con él, mi discrepancia –en cambio- es absoluta en cuanto a que ese paradigma marxista "ahora está en retirada" creo que no, no está en absoluto en retirada, sino que sigue vigente y recuperándose de algunos traspiés sufridos en la década pasada.

Y si no es este el paradigma del que habla F. Capra en "El Tao.." no puedo advertir cual otro podría ser. En lo que al capitalismo se refiere, nunca postuló esta doctrina "ilimitados" progresos materiales, si, en cambio, los autores austriacos son contestes en que el progreso material solo puede venir de la mano del crecimiento económico y tecnológico, y para muchos de ellos se tratarían de sinónimos, en efecto, muchos autores, como mi amigo, el sociólogo argentino-venezolano Carlos Sabino[1], han sugerido que no habría disparidad alguna entre el progreso material y el crecimiento económico, y no me parece en absoluto una opinión descabellada.

Por mi parte, me he permitido hacer algunas diferencias entre los conceptos económicos de crecimiento y desarrollo, pero coincido con los autores de la escuela austriaca de economía que, en lo material, este solo puede venir por el lado de la economía. No conozco otro procedimiento de aumentar bienes y servicios si no es a través de medios económicos, es mas, la economía precisamente estudia esos procedimientos y se ocupa de esos medios. Y la palabra aumentar la utilizo aquí como sinónimo de crecer o de crecimiento; el crecimiento económico, lo defino pues, como el liso y llano aumento de bienes y servicios.

Los paralelismos

Como ya expresé arriba, mi amigo, el filósofo G. Zanotti hizo algunas comparaciones entre la economía de mercado y la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) pero no llegó a la conclusión (hasta donde he entendido su trabajo) de la existencia de similitudes entre una y otra. F. Capra, comparando física y misticismo oriental, creyó haberlos encontrado.

F. Capra insiste, con inusitado énfasis, en que uno de los principales paralelismos entre la física moderna (así se refiere, en realidad, a la física cuántica y relativista) y el misticismo, es la creencia de ambos sobre la inter-conexidad e interrelación existente entre todos los fenómenos de la naturaleza, y más extensamente del universo.

Nuevamente, según el sentido que se les dé a estas palabras, este no parece ser un descubrimiento científico extraordinario, toda vez que desde el mas puro sentido común y desde la experiencia mas ordinaria, creo que podemos ser conscientes de la interrelación existente entre los hombres a través del entramado social. Claro que F. Capra habla, en rigor, de una interrelación física a nivel subatómico, pero si de interrelaciones físicas queremos hablar, estas son evidentes aun a nivel macroscópico, como puede ejemplificarse con el simple contagio de un resfrío; el contagio es un caso típico, evidente y constatado desde antiguo, de una típica interrelación o conexión física. Y no es, por cierto, la única evidente.

La economía es una ciencia social y "lo social" trata –precisamente- de interconexiones o interrelaciones entre entes físicos (los hombres) sujetos de la acción económica, por un lado, y los objetos intercambiados (bienes y servicios) también pertenecientes al mundo físico, o en términos de Karl. R. Popper, del mundo 1,[2] por el otro.

F. Capra podría replicarnos que esto no se refiere al mundo atómico y subatómico, que es de lo que, en definitiva, él nos quiere hablar, pero el punto es que F. Capra describe a la física clásica en términos de los cuales parece desprenderse que esta negaría toda interconexión e interrelación de fenómenos físicos y desde mi punto de vista -y sin ser físico- me resulta evidente que esto no es como nuestro autor lo presenta.

Tomemos el ejemplo típico de la física clásica para ilustrar mi punto; me parece indudable que la ley de gravedad, tal y como Sir Isaac Newton la formuló, describe una característica demostración de interconexión e interrelación entre objetos físicos; unos atrayentes y otros atraídos, es decir, hay una inconfundible interrelación de fuerzas, lo que me dice que los fenómenos de interrelación e interconexión –que F. Capra parece reservar a lo que él llama la física moderna- no es exclusiva de los sucesos atómicos y subatómicos, ni de la física cuántica o relativista. Mas bien parece ser algo que no solo ocurre a diario en el mundo macroscópico sino que hasta me parece de puro sentido común y constatable con la mera observación.

Objetos y procesos

Una de las conclusiones de F. Capra en el Tao de la física, es que la física moderna habría "descubierto" lo que los místicos orientales saben desde hace mas de 2500 años, por ejemplo, la naturaleza dinámica de la materia que, estaría mostrando que, en realidad, la materia no es un objeto (un "ladrillo básico" como F. Capra lo llama) sino un entramado de relaciones al que denomina proceso. Aquí si, parece existir un paralelismo importante con la economía, al menos la postulada por la escuela austriaca de economía.

En efecto, en contra de lo que el resto de las escuelas económicas sostienen, los austriacos siempre insistieron en que el mercado, no es una cosa, ni un lugar, ni una persona, ni siquiera la suma de un número de personas determinado, ni una institución, sino que se trata de un proceso de intercambio, en el cual los que se transfieren, tampoco son -en esencia- bienes y/o servicios, sino derechos sobre ellos.

La naturaleza dinámica de este proceso (el mercado), también ha sido otro aspecto en el que la escuela austriaca de economía ha puesto un gran énfasis, destacando la importancia de la fluidez de este proceso y la necesidad de preservar dicha fluidez y dinamismo.

Una de las criticas mas frecuentes que los autores economistas austriacos han debido soportar por parte del resto de las escuelas económicas es -precisamente- el no materialismo de la economía que postulan; en efecto, la economía austriaca no es mas que una rama de la praxeología, tal y como Mises se ha encargado de explicar[3] siendo esta ultima la ciencia de la acción humana en sentido lato.

Despectivamente, las escuelas rivales, la han llamado "la escuela de la economía abstracta", con evidente tono burlón, lo que demuestra la poca comprensión que sus críticos han tenido de sus postulados básicos.

Progreso y cambio

F. Capra encuentra otro punto de contacto entre la física moderna y el misticismo oriental en la importancia que ambos le asignan al permanente cambio; esto es una consecuencia directa –y hasta casi necesaria- del dinamismo del que hablábamos antes, sin embargo, no he notado igual énfasis con relación al progreso. El Tao de la física muestra una cierta indiferencia por el progreso al que, como vimos, aparentemente se lo asocia con "lo" material, y el análisis de F. Capra no da muestras de simpatizar demasiado con "la materia". El factor "cambio" que F. Capra encuentra tan similar entre la física y el misticismo, insinúa ser un cambio "cerrado" determinista (si bien tampoco aparenta ver con buenos ojos el determinismo, ya que se presenta como un firme partidario de la física cuántica) todo lo cual suena bastante contradictorio.

La economía austriaca, de su lado, no niega el cambio, por el contrario, lo afirma y le asigna un papel relevante, pero va mas allá, al no contentarse con declarar el cambio como una realidad insoslayable, sino que asevera que sin cambio no hay progreso, y no aprecia el cambio por el hecho de ser inherente a la naturaleza, sino como vehículo para llegar al progreso. En economía austriaca tenemos muy en claro que todo progreso implica cambio, pero que no todo cambio implica progreso.

El misticismo oriental, tal como lo presenta F. Capra, parece no valorar el progreso, al que se lo trata con bastante frialdad y en ciertos pasajes con alguna hostilidad. Según se nos cuenta en el Tao de la física, el cambio, que allí se dice en que coinciden física y misticismo oriental, es un cambio –como decíamos- cerrado (en el sentido que Karl R. Popper le da al vocablo "cerrado") de naturaleza cíclica y repetitivo, en economía diríamos un cambio del tipo de la suma cero. Quizás esta sea la razón por la cual F. Capra asocia las palabras progreso y crecimiento con lo "material", ya que a su vez, connota lo material con lo estático y lo inmutable. Creo que estas asociaciones terminológicas no son afortunadas, ni mucho menos exactas.

Ahora bien, la hostilidad hacia el progreso económico no parece ser algo privativo ni exclusivo de la mística oriental, sino que, frecuentemente, alcanza a la occidental; en efecto, los credos espirituales de occidente –con las excepciones, quizás, del calvinismo, algunas sectas protestantes y el judaísmo- muestran bastante desdén por el progreso y crecimiento económico, a los que también suelen asociar con el materialismo.

Entiéndasenos bien, no es que estemos afirmando que F. Capra niegue enfáticamente el progreso, sino que lo que decimos, es que pocas veces lo menciona, y cuando lo hace, sugiere asociarlo con la "materia" (en su sentido físico) y uno de sus postulados, tanto físicos como metafísicos, es que la materia "no existe", de donde se debe derivar, lógicamente, sin que F. Capra lo diga expresamente insistimos, que por ende, el progreso tampoco puede existir y no debería existir para F. Capra. Ello explicaría, de algún modo, las pocas menciones en el libro del término "progreso" y el menosprecio (o la indiferencia) con la que las pocas veces que se lo hace, se advierte.

Claro que esto es naturalmente contradictorio, en un contexto donde resulta evidente que el progreso material si, existe.

El proceso de creación de materia es algo evidente para mí y está bastante lejos de ser un círculo cerrado como el yin y el yan, que tanta admiración le ha causado a F. Capra.

Concluyendo, en la física que F. Capra describe como física "moderna", hay dinamismo pero sin progreso.

Creación y destrucción

En definitiva F. Capra pone énfasis en la idea que la naturaleza es un proceso de creación y destrucción permanente, lo que ejemplifica con el relato de experimentos de laboratorio y de aceleradores de partículas, de donde nos explica, que la forma de obtener nuevas partículas es haciendo colisionar unas con otras a grandes velocidades; estos ejemplo abundan en el Tao de la física

F. Capra, como buen físico, sigue el método hipotético inductivo, de allí que tiene implícito, que todo aquello que sucede en los experimentos de laboratorio, siempre es (y será) un reflejo necesario de lo que ocurre en la naturaleza. Este tipo de extrapolaciones inductivas es frecuente, no solo en el campo de la física, sino en la vida diaria. Es habitual en la praxis científica, confundir el laboratorio con la realidad y de allí concluir que todo aquello que ocurre en nuestros experimentos necesariamente ha de suceder de manera exactamente similar fuera del laboratorio.

Yo, desde una perspectiva algo más socrática, creo que solo podemos afirmar que aquello que observamos en el laboratorio puede –o no- ocurrir en el mundo real, y es todo lo que podemos afirmar acerca del asunto. Al respecto, resulta bastante ilustrativo este pasaje que tomo de un artículo de Leonard Or y Sondra Ray:[4]

LA VERDAD CIENTÍFICA

El método científico para encontrar la verdad consta de cuatro pasos:

1) Proponer una teoría.

2) Realizar un experimento, para probar esa teoría.

3) Comprobar esa teoría (esto se llama verificación)

4) Se comprueba las veces necesarias para verificar que siempre se obtenga el mismo resultado: y se constituye en LEY.

No obstante ¿quién determina cuántas veces es suficiente probar la teoría?. Ningún científico ha probado la mayoría de las leyes pensadas sobre el universo. Pero creen en ellas, por lo tanto son como una superstición. Un ejemplo perfecto es el de agua pura H2O.

La mayor parte de la gente piensa que H2O es la fórmula química de agua pura. Leonard Or hizo un experimento, en el colegio secundario, con agua pura y no salió bien. Su maestro le dijo: "bien, el agua no debe haber estado pura para empezar, e incluso si estaba pura, tus instrumentos pueden haber contenido restos de otros productos químicos, pero, si los instrumentos no estaban contaminados y el agua estaba pura, entonces los aparatos de medición de la clase no son lo suficientemente precisos para determinar la pureza del agua. Si quieres asegurarte que realmente tienes agua pura, tienes que hacer el experimento en un gran laboratorio".

Leonard, entonces se preguntó "Si la única manera de obtener agua pura es el laboratorio, como puede ser una LEY NATURAL? Si el agua pura no existe en la naturaleza, cómo puede ser entonces una ley natural?

El hizo el mismo experimento en la Universidad. El profesor le dijo: "Si no salió bien es porque hay otros elementos presentes, hay H3O (agua pesada), presente en todos lados, no puedes tener certeza nunca de que tienes un compuesto puro de H2O en el mundo real". Si los experimentos no salen bien, invalidan la teoría. Si el pensamiento es creativo, entonces el científico está creando leyes, y los experimentos funcionarán, mientras que el científico tenga la certeza de lo que va a producir, lo produce.

El punto es que toda ciencia es creada por científicos, porque son pensadores y, ya que tú también eres un pensador, eso te hace un científico. Tus leyes científicas específicas son tan válidas como las de cualquier otro científico. No hay ninguna ley sobre la que no puedas tener autoridad, y ello no está sujeto a la elección personal.

La experiencia que relatan Leonard Or y Sondra Ray parece coincidir con cierto "efecto cuántico" por el cual, el observador determina, de algún modo, el resultado del experimento, punto este que sostiene algunas veces F. Capra, pero que abandona otras, cuando afirma que lo que ocurre en el laboratorio es una réplica exacta de lo que acontece fuera del laboratorio. Sin embargo, creo que esto se puede afirmar solo de manera inductiva mediante una extrapolación, mas no puede aseverarse de forma categórica porque se refiere a hechos no observados.


[1] Carlos Sabino, Diccionario de Economía y Finanzas, Editorial Panapo, Caracas, Venezuela. Ver las voces "crecimiento" y "desarrollo".

[2] Karl. R. Popper, El universo abierto. Post Scriptum II a la lógica de la investigación científica. Ed. Tecnos, Madrid.

[3] Ludwig von Mises, La acción humana. Tratado de economía. Unión editorial, Madrid, 1980.

[4] El Poder Creativo de los Pensamientos. Por Leonard Or y Sondra Ray

Injusta distribución de riqueza

Por Gabriel Boragina ©

1. Introducción al tema

Dentro de los dogmas socialistas, campea en forma reiterada el de la "injusta distribución de la riqueza", el dogma socialista se basa, generalmente, en denuncias, pero es apabullantemente pobre en propuestas, un problema adicional, es que sus denuncias son insistentemente contradictorias unas con otras y autocontradictoras entre sí.

Hoy vamos a analizar el aparentemente "inocente" y plausible dogma de la "injusta distribución de la riqueza". Indefectiblemente, hay problemas cuando se confunden, en alguna frase, expresión o contexto, juicios éticos, morales o jurídicos y conceptos económicos, no es que no haya relación entre ellos, el problema es cuando esas conexiones causales se manipulan para obtener efectos en un sentido o en otro, en lugar de tratar de buscar la verdad en forma desinteresada. En la frase que analizamos "injusticia" es un concepto ético, moral o jurídico, en tanto que distribución de riqueza describe un fenómeno económico.

2. "Lo" social y "lo" económico.

El primer grupo de malos entendidos, surge al pretender una artificiosa división entre "lo" social y "lo" económico. La economía es una ciencia social y alguien dijo "la más social de todas las ciencias", de modo tal, que intentar una artificiosa división entre fenómenos sociales y económicos, como si de cosas completamente diferentes se trataran, ya de por sí, nos conduce a errores mayúsculos, con lo que al pasar al terreno político, hacen que el bagaje de malos entendidos sea cada vez más descomunal.

3. Justicia y moral.

Por lo demás, los fenómenos económicos no son justos o injustos en si mismos, tampoco son morales, inmorales o amorales, son simplemente hechos, consecuencia de la acción humana, ilustremos esto con un ejemplo ya clásico: que una persona hiera o mate a otra es simplemente un hecho, que desde el punto de vista de la moral, la ética y la justicia podrá ser calificado de justo o injusto, si se juzga que el hecho fue ocasionado sin provocación de la víctima, se hablará de crimen, agresión o asesinato, si, por el contrario se juzga que el hecho fue ocasionado mediando provocación de la victima se hablara de "defensa propia" con lo cual el hecho quedará justificado y el autor libre de castigo. Esto mismo determinará la moralidad o amoralidad del hecho en sí mismo. Como explica Alberto Benegas Lynch (h) citando a Jellinek, "el derecho es un minimum de ética".

Un mismo hecho podrá en consecuencia ser justo o injusto, moral o inmoral. Esto no es relativismo ni jurídico ni moral, porque lo que determina la moralidad o inmoralidad de un hecho es el hecho completo, es decir, el hecho y las motivaciones del hecho, lo que incluye las actitudes y conductas, tanto del sujeto activo como pasivo, lo que deja incólume los conceptos morales de bien y mal. Todo hecho caerá, mas tarde o más temprano, dentro de una o la otra categoría.

4. "Justicia" e "injusticia" de la distribución.

Por aplicación de estos mismos principios, el hecho "distribución de riqueza" no es en sí mismo ni justo ni injusto como hecho aislado, como fenómeno económico, es algo que sucede cuando se produce un bien o servicio, lo que nos debería llevar a preguntarnos lo mismo respecto del fenómeno concomitante a la distribución, es decir, la producción.

Aquí no voy a analizar en detalle la falacia de Mill[1] ya que hay numerosísimas refutaciones a tal falacia, como por ejemplo, la del autor ya citado Alberto Benegas Lynch[2] , pero será indispensable conocer esta critica de Benegas Lynch (h) para comprender cabalmente lo que explicaré a continuación, por lo que animo al lector a leer aquella refutación. Yo me centraré en el aspecto moral, ético y jurídico de estas cuestiones. Baste aquí decir, que la base de la refutación a la falacia de Mill consiste en negar que producción y distribución sean dos fenómenos sucesivos, afirmando, en cambio, que son simultáneos, agregando a ello, que quien esto escribe comparte completamente dicha refutación.

Aclarado este punto continuaremos diciendo que para guardar un mínimo de coherencia el ataque a la injusta distribución debería derivar en un ataque análogo a la "injusta" producción, pero como campea en este terreno la doctrina de Mill ya citada, que considera producción y distribución como dos cosas diferentes, el ataque –habitualmente- solo se circunscribe a la distribución y no, en general, a la producción.

5. Inconsistencias y contradicciones.

Consecuencia de todo ello, hace que, en general, la producción reciba la calificación ética de "buena" y solo la distribución se considere susceptible de ser mala (o buena), mas aceptar el debate en estos términos conduce a errores, y lo que se debe hacer, es clarificar de que se habla, en realidad, cuando se alude a estos temas.

Los que claman por la "injusta distribución de la riqueza" aceptan implícitamente que el juicio ético de riqueza es por definición bueno, de lo que se quejan, lo que en realidad quieren decir con el término "injusto" es, "desigual" o "in equitativo", vale decir, utilizan tres palabras y conceptos diferentes para designar una misma cosa o idea. Bastará pues, referirse a la desigualdad de rentas y de patrimonios, porque lo que en verdad motiva la queja de estas personas, es la existencia de desigualdades entre las rentas y patrimonios de las personas, lo que ellos reducen, a su vez, al término "riqueza". El "problema", consiste –en definitiva para el socialista- en que la gente no es igual de rica, lo que es cierto, pero afirmar tal cosa y quedarse con ella, implica, sin mas, una simplificación inadmisible, porque debería ser evidente para el quejoso, que la gente no es igual de rica, sencillamente, por un hecho que ellos reputan natural en todos los demás aspectos humanos (menos en el económico) y es la evidencia irrefutable que la gente no es igual...en nada.

Como dijimos, en general, los socialistas no suelen referirse al hecho de que la gente es diferente en todo, curiosamente, en tanto guardan silencio respecto del hecho de las diferencias biológicas, psicológicas, anatómicas y físicas de las personas, y en algunos casos las admiten como naturales en forma expresa, solo se centran en las económicas, atacándolas.

Excepto el supuesto de mala fe, solo la ignorancia puede sostener que alguien que es diferente en todo lo demás, "deba" ser igual en lo económico, no se comprende que lo económico no es mas que el resultado de aquellas diferencias naturales, o sea, las biológicas, psicológicas, anatómicas y físicas de las personas.

Pero, dejando de lado lo anterior, ¿iguales a quiénes deberíamos ser todos, según los marxistas? Según ellos, a los ricos. Pero, nuevamente, la realidad nos indica que los ricos son ricos porque son diferentes a los pobres y que si las diferencias naturales no existieran, no habría ricos o no habría pobres, todos seriamos ricos o todos seriamos pobres. Mas lamentablemente, la naturaleza existe, y para nuestra dicha o pesar, la naturaleza es dispar, diferente, desigual. Y para mayor infortunio de los socialistas, el hombre, todos los hombres, todos los humanos en rigor, pertenecemos a ese mundo natural diferente, dispar, disímil.

Ergo, el socialismo es contra natura, al negar la evidencia de la diversidad natural. Pero, a su vez, es inconsistente, al aceptarla, aunque sea tácitamente, en muchos aspectos vitales, menos en el económico.

6. Mercado y distribución

Como dijimos otras veces, solo hay un caso en que la distribución puede realmente calificarse de injusta, y esto es, cuando se la obstruye o bien directamente se la impide, lo cual a su vez, solo puede ocurrir mediando el uso de la fuerza, en este ultimo caso, la distribución se altera porque el uso de la fuerza, en general, se ejerce contra el proceso dentro del cual la producción se genera, es decir, el proceso de mercado. Recordemos que cuando aludimos, sin mas, al fenómeno cataláctico "producción", en dicha expresión, implicamos los conceptos "producción / distribución" en el sentido dado por la escuela austriaca de economía, de un solo fenómeno con dos aspectos o (en términos de Alberto Benegas Lynch (h)) las dos caras de una misma moneda. El mercado es el proceso dentro del cual tiene lugar la producción y distribución de bienes y servicios, esto, a su vez, se hace posible por la existencia de miles de millones de arreglos contractuales en el sentido más amplio de la locución, desde el mas cotidiano (comprar caramelos en un kiosco) hasta el mas grande y complejo (industriales, empresariales, etc.).

A mi criterio, este es proceso es justo, cuando es libre y voluntario, o sea, no coactivo, y deja de serlo, cuando se obstruye -o directamente se impide- el ejercicio de la libertad y voluntariedad de los agentes que en él intervienen, esto es lo que marca las diferencias entre una economía libre y otra intervenida o dirigida, y por lo tanto –en mi opinión- entre una economía justa y otra injusta.


[1] Producción y distribución, como hechos económicos separados o diferentes, parte de ideas elaboradas por el célebre economista ingles John Stuart Mill, autor clásico cuya influencia en el tema ha perdurado hasta nuestros días, a tal punto que aun hoy en las facultades de economía se continúa enseñando este tema conforme las doctrina que diera Mill hace mas de doscientos años.

[2] Véase, v.g. Socialismo de mercado, en Libertas, edición semestral de ESEADE.

La pobreza

Por Gabriel Boragina ©

La pobreza. 1

1. Introducción 1

2. Tres falacias. 1

3. Breve refutación. 2

4. Crecimiento y desarrollo. 3

5. Capitalización. 3

1. Introducción

Cuando afirmamos que la pobreza es la condición natural del hombre, en modo alguno ello implica, a su vez, como algún malintencionado tergiversador ha dicho, que debamos resignarnos a esa suerte. Como liberal capitalista, considero que la pobreza es un mal y que debe erradicarse, para lo cual deben utilizarse los medios idóneos para ello, ya que no cualquier mecanismo ideado por el hombre resulta eficaz para erradicar la pobreza en el mundo.

A pesar de que todo el mundo cree saber que es la pobreza, lo cierto es que, las explicaciones, discursos, conferencias y lecturas que profusamente circulan sobre el tema, demuestran, mayoritariamente, que si bien todo el mundo habla y condena la pobreza, sorprende, a la vez, el hecho de que tan pocos, de los que hablan y condenan, sepan realmente que es y en qué consiste la pobreza.

Naturalmente, si no se conoce el problema a fondo, de ningún modo podrán proponerse soluciones de fondo, y es esto lo que se advierte, con alarmante frecuencia, en la mayor parte de las exposiciones que pueden leerse y escucharse sobre la pobreza.

Un criterio simple para definir la pobreza es por exclusión, la pobreza es ausencia de riqueza, y esta es una verdad que, como la gran mayoría de las verdades simples, o de sentido común, no son percibidas por el hombre. De allí, que se haya repetido que el sentido común, es a veces, el menos común de los sentidos, quizás por la manía humana de problematizar absolutamente todo asunto social.

2. Tres falacias

Pero aun admitiendo que se acepte la anterior definición de pobreza, el mayor obstáculo que advierto para poder solucionar este problema es la admisión de varias falacias económicas que se alzan como barreras infranqueables para un adecuado estudio de la pobreza y su solución. Tres de estas falacias saltan a la vista como las más dañinas, la primera es el Dogma Montaigne, la segunda es la falaz distinción entre producción y distribución, y la tercera es la aceptación de la teoría del valor-trabajo, también conocida como teoría laboral del valor. Estos gravísimos errores económicos no son percibidos como tales, sino todo lo contrario, y es, en gran parte, lo que ha impedido avances productivos en la lucha contra la pobreza.

El dogma de Montaigne se resume en su célebre fórmula, por la cual "la pobreza de los pobres es consecuencia de la riqueza de lo ricos". Su gazapo reside en su visión estática de la economía, centrándose en el lado monetario de la transacción, Montaigne fue un destacado mercantilista del siglo XV, y como se sabe, los mercantilistas solo consideraban "riqueza" al dinero, en aquella época, metálico. Aquí residía precisamente el error, porque el dinero no es riqueza, sino tan solo un medio de cambio, representando la riqueza, pero no confundiéndose con ella. La verdadera riqueza reside en los bienes y servicios producidos en el mercado. El dinero, simplemente, es un medio para intercambiarlos.[1]

De la falacia producción-distribución como fenómenos separados ya hemos hablado otras veces, y como señaló reiteradamente el profesor Benegas Lynch (h) este error partió de la distinción formulada por el economista inglés John Stuart Mill en el siglo XVIII, al sugerir que producción y distribución consistían en fenómenos aislados, separados y separables, dados en tiempos diferentes. La moderna economía austriaca evidenció que esto en modo alguno era así, sino que, producción y distribución son dos fenómenos inseparables e indivisibles, como las dos caras de la moneda, y que no son tampoco sucesivos en el tiempo, sino simultáneos.

La tercer teoría destructiva es la teoría laboral del valor, su formulación ya se encuentra en los trabajos de los célebres economistas clásicos Adam Smith y David Ricardo y su consagración tiene lugar con Karl Marx, que la toma de aquellos y hace de ella la columna vertebral de su propuesta: el comunismo socialista. Esta errónea tesis, afirma que el valor económico de todo bien producido en el mercado, procede del trabajo, lo que fue refutado por los economistas marginalistas ya en 1871 con los trabajos de Carl Menger, fundador de la escuela austriaca de economía, no obstante, la demolición final de la teoría laboral del valor, llegó de la mano de uno de sus más brillantes discípulos, Eugen E. von Böhm Bawerk. Modernamente, si bien ya casi no quedan escuelas económicas que sostengan la validez de esta teoría laboral del valor, su difusión fue tan enorme, que aun hoy, es implícitamente aceptada por las legislaciones de casi todo el mundo, además de encontrarse profundamente arraigada en la conciencia popular.

La vigencia y amplia aceptación de estas tres tesis y sus desarrollos y ramificaciones posteriores, son a mi modo de ver, los obstáculos más grandes que impiden la erradicación de la pobreza en el mundo. Las he presentado cronológicamente en orden de aparición, y sin duda, el marxismo es la coronación de las tres teorías, en efecto, el marxismo (y su derivado el socialismo comunista) como doctrina, no hubiera sido jamás posible de no haberse aceptado las tres formulaciones precedentes, a saber el Dogma Montaigne, la falacia producción /distribución y la teoría laboral del valor. De alguna manera, el socialismo es la consecuencia lógica del mercantilismo, el re-distribucionismo de Mill, y de la teoría laboral del valor de Smith y Ricardo, ya que adopta sin cuestionar ni revisar, a todas ellas, todas falsas, como la moderna ciencia económica ha demostrado cabalmente.

3. Breve refutación

En efecto, la riqueza no es estática sino dinámica, siempre tiene dos aspectos y no uno como creía Montaigne, producción y distribución no son dos fenómenos separados sino un fenómeno único, y por ultimo, el trabajo no crea valor, sino que ocurre exactamente a la inversa: el valor crea trabajo. Es no comprender estos descubrimientos de la economía moderna y seguirse aferrando a la antigua, lo que perpetua la pobreza en el mundo, y de ello, son tan culpables los académicos que aun propalan las antiguas y falsas doctrinas, como los intelectuales y dirigentes que por ignorancia o mala fe se sirven de ellas con fines inconfesables.

Mas, es importante aquí aclarar que la riqueza, la producción, la distribución y el valor, se comportan de la manera descripta bajo ciertas condiciones a saber: mercados libres e inadulterados, en mercados intervenidos, la riqueza, la producción y el valor se alteran y tienden a desaparecer, en la medida que la intervención en el mercado sea mayor, o más claramente, en la medida que el mercado sea con mayor grado interferido.

Resumiendo, estas falacias solo son falacias en una contexto libre de coacción, mas se tornan verdaderas cuando el contexto está coaccionado y es coercitivo.

Hay excelentes refutaciones más exhaustivas que esta, pero desarrollarlas aquí excedería el propósito de este breve resumen del tema.

4. Crecimiento y desarrollo

Si bien crecimiento y desarrollo son dos conceptos diferentes (aunque a menudo se los trata como sinónimos) no son excluyentes, pueden ir juntos o por separado, la diferencia radica -a mi juicio- en que, en tanto crecimiento es un concepto cuantitativo, el desarrollo es cualitativo, otra forma aceptable de marcar diferencias –aunque menos clara que la primera- es señalar que el crecimiento de ciertas variables económicas importan un desarrollo en su conjunto, en este sentido, el desarrollo sería abarcativo y comprensivo del crecimiento de las partes, pero en ultima instancia sería pasible de la critica por la cual crecimiento y desarrollo serian en este sentido, sinónimos.

En lo que a mí respecta, cuando hable de crecimiento lo haré en un sentido puramente cuantitativo, y cuando me refiera al desarrollo lo haré en el cualitativo, y como ya aclaré antes, en mi opinión, pueden ir juntos o bien separados. Y esta distinción me parece más fundamental todavía en el tema de la pobreza, donde se ve mas claro aun, por ello sostengo que si bien la pobreza puede crecer no se puede desarrollar, justamente por la diferencia que hago entre el carácter cuantitativo del crecimiento y el cualitativo del desarrollo. El desarrollo sería un indicador claro de un decrecimiento de la pobreza, en tanto un crecimiento de la pobreza estaría señalando un retroceso, subdesarrollo o infra-desarrollo, mas preciso aun, es asociar la palabra desarrollo con progreso, mas decir que un mayor desarrollo indicaría un menor crecimiento o decrecimiento de la pobreza no nos dice mucho sobre la manera de lograr dicho desarrollo porque con ello en realidad estamos indicando mas los efectos de los fenómenos que las causas de ellos.

5. Capitalización.

Condiciones sine qua non para el desarrollo de cualquier unidad económica, son el ahorro y la inversión, entendiendo por ahorro "producción no consumida" con lo que advertimos que, en rigor, el primer paso a dar en cualquier economía que se precie de sana, es el incremento de la producción. Mas allá de distinciones técnicas y contables, praxeológicamente, el capital son herramientas físicas o mentales, aunque en precisión y como señalara en forma brillante el profesor Ludwig von Mises, es la mente en ultima instancia, la creadora del capital físico, razón por la cual, he sostenido, que debería considerarse a la mente humana como capital originario, y todas las demás creaciones materiales humanas como capital derivado. La pobreza, se reduce en consecuencia, y en mi opinión, cuando el capital originario (mente humana) produce capital derivado, herramientas primero y en segundo lugar tecnología, que no viene a ser ninguna otra cosa que herramientas de mayor sofisticación, esta criterio tiene bastantes puntos de contacto con el del profesor español Dr. D. Juan Carlos Martínez Coll, desarrollada en su libro "Las Flechas" si bien el Dr. M. Coll la reduce a información.

Basado en lo dicho, designaré a la acumulación de bienes de capital con la palabra capitalización. Mas, se preguntará quizás el lector algo ajeno a estos temas económicos, ¿qué tendrá que ver la capitalización con la pobreza?. Pues la respuesta es que TODO, ya que la pobreza es -precisamente- un fuerte indicador de ausencia o falta de capitalización, de donde se desprende que la solución al problema de la pobreza es, precisamente, la capitalización, o en otras palabras, la pobreza solo puede combatirse eficazmente con una prolongada, creciente y sostenida capitalización.

Pero ¿por qué es importante la capitalización para combatir la pobreza? Por la sencilla razón de que la única manera de producir abundantes bienes de consumo es mediante la existencia de los apropiados y abundantes bienes de capital, y la pobreza se caracteriza por la falta de bienes de consumo que a su vez es indicador de falta de bienes de capital, resumiendo, para tener mas consumo (igual a menor pobreza) es imprescindible disponer de mayores capitales, de donde podemos construir la siguiente ecuación:

DK ®DC = ÑP

(Incremento del Capital implica Incremento del Consumo, todo lo cual es igual a Menor Pobreza)

Recordemos que esto es exactamente lo contrario a la formulación keynesiana, donde:

DC ®DK = ÑP

lo que necesariamente es falso, ya que el consumo jamás puede producir bienes de capital, toda vez que no se puede consumir lo que jamás ha sido producido.

La realidad es la inversa, por cuanto:

DC ®ÑK = DP

En otras palabras, si lo que se dice es, que a mayor consumo el capital crece, se esta partiendo del supuesto –necesariamente- que existe, ex ante, un stock de bienes de consumo, obviándose que este stock de bienes de consumo, debió haber sido producido en un momento anterior por bienes de capital, en otras palabras, aceptar la formulación keynesiana es poner el carro delante del caballo. Aquí el error keynesiano a mi juicio, es confundir consumo con demanda.

Otro error no menor, es confundir capital con bienes de capital, lo correcto es formular las distinciones adecuadas y así clarificar que, cuando hablamos de capital, nos referimos al stock de bienes existentes en un sector, región o país determinados, en la acepción amplia de la palabra capital, comprendemos tanto bienes de consumo como bienes de capital propiamente dichos, por lo que es mas preciso, denominar a estos últimos como bienes de producción o mejor aun, factores de producción, reservando la palabra capital para el conjunto total de bienes.

Sentado esto, la propuesta keynesiana vuelve a ser falaz, porque el mayor consumo no incrementa el capital, sino que, por el contrario, lo decrementa, y esto se debe –nuevamente- a la confusión que hacen los keynesianos entre demanda y consumo, que no son en modo alguno sinónimos.


[1] Ampliar este tema en Mises Ludwig von, La acción humana. Un tratado de economía. 1980, Unión Editorial, Madrid, y Alberto Benegas Lynch (h), Fundamentos de análisis económico. Ed. Abeledo Perrot, 9º edición. Buenos Aires.

Crítica de Hayek

Por Gabriel Boragina ©

Mi amigo, el profesor Dr. D. Juan Carlos Martínez Coll, catedrático de la universidad de Málaga, ha hecho una interesante critica de Hayek, en su libro "Las Flechas”, sin embargo, hay algunos puntos que no comparto de dicha critica y sobre los cuales quisiera hablar aquí.

Creo, en primer lugar, que es un error del colega Dr. M. Coll extender su critica de Hayek hacia toda la escuela austriaca a de economía en su conjunto, prueba de ello es esta cita suya: "Es posible que la escuela austriaca de economía, en contubernio con todos los libertarios del mundo, llegue a convencer a los políticos y sus votantes de la conveniencia de eliminar el estado. En ese momento, antes de que desaparezca completamente el estado, sería prudente meditar sobre cómo apareció éste, y las posibilidades de que surja de nuevo." [1]

La eliminación del estado no es, en modo alguno, un objetivo de la escuela austriaca de economía y menos aun, en particular, de Hayek, quien incluso -a diferencia de su maestro Ludwig von Mises-, acepta un cierto intervencionismo en la economía, es frecuente, lamentablemente, demasiado frecuente, confundir las propuestas austriacas con ideas anarquistas, pero es tan frecuente como erróneo hacerlo así.

Los austriacos no están conspirando (contubernio) con los libertarios para eliminar el estado, y además, si tan imaginario "contubernio" llegara algún día a existir, abrigo profundas dudas sobre su éxito, no creo que exista y tampoco tendría éxito una propuesta de ese tipo en el actual mundo estatista (o estatalista), en un contexto, donde los estados avanzan en tamaño y en funciones como sucede hoy en día, una propuesta de su eliminación, obtendría como resultado sonrisas piadosas de quien las leyera o escuchara. De modo que creo, que el Dr. M. Coll puede quedarse tranquilo, los austriacos no están conspirando para eliminar el estado y son muy pocos los austriacos que lo desean, además de carecer de peso e influencia, ni académica ni política.

En efecto, con excepción de Murray N. Rothbard, David Friedman y de los seguidores de ambos, no conozco otros austriacos de relieve que hayan propuesto la supresión del estado. Y, reitero, Hayek es el peor ejemplo de sostener algo así, ya que justamente él entre los austriacos es considerado un conservador.

Dice en su trabajo el Dr. M. Coll que Hayek: "sin embargo no detalla un análisis de esas instituciones tradicionales" y que "deja la duda de cuáles son las instituciones tradicionales a que se refiere". Lamento estar en desacuerdo completo con el Dr. M. Coll en este punto. Hayek no solo detalla ese análisis, sino que lo hace con gran amplitud y precisión. Veamos cuales son esas instituciones para Hayek y el lugar exacto donde las detalla. Señala como tales la libertad, la propiedad y la justicia, que puntualiza desde las páginas 65 a 79 (capítulo II de su obra), en el capítulo III se ocupa de las siguientes instituciones a saber: el mercado, el comercio y la civilización, abarcando este análisis desde las páginas 79 a 93, un nuevo análisis minucioso de tales instituciones tradicionales aparece en el capítulo VI donde examina puntillosamente dos instituciones mas: el comercio (ampliando lo que expuso en el capítulo II) y el dinero, esto lo podemos ver desde las páginas 149 a 173. [2]

Como observamos, la omisión que nuestro amigo, el profesor Dr. M. Coll atribuye a Hayek, no es tal, y esto sin contar que, desperdigado a lo largo de todo su volumen de 251 páginas, vuelve una y otra vez a ocuparse de tales instituciones en pormenor.

Tampoco concuerdo con el Dr. M. Coll cuando asevera que Hayek afirmaría o sugeriría que la propiedad privada debería ser digna de respeto, Hayek no habla en términos de un "deber ser" sino de un "es", el mensaje de Hayek no es del tipo imperativo "deberá respetarse la propiedad privada". No. El Premio Nóbel se limita a señalar que la propiedad privada ha sido una institución útil al desarrollo humano, y en base justamente, a dicha utilidad, es que la gente la adoptó e institucionalizó, en otras palabras, no hay un juicio ético en Hayek cuando se refiere a la propiedad privada, hay un juicio utilitarista, si se quiere, pero no ético. De este modo, Hayek explica que tanto la esclavitud como el sometimiento de la mujer, no desparecieron por razones éticas o morales, sino que desaparecieron por selección natural, al no ser útiles al progreso y a la civilización, y en este punto, coincide con su maestro Ludwig von Mises, quien sin participar del todo de este enfoque evolucionista hayekiano, mucho tiempo antes, en su obra publicada en 1927 titulada "Liberalismo", explica que las situaciones de sometimiento y esclavitud tanto de género como de cualesquier otro tipo, desaparecieron por causas económicas, dada la improductividad del trabajo esclavo con relación al surgimiento de nuevas formas económicas.

La critica del profesor M. Coll insiste en que Hayek estaría sugiriendo la supresión del estado, creo que este error del Dr. M. Coll radica en asimilar la regulación estatal de la economía con la supervivencia del estado, y a mi modo de ver, son dos cuestiones nítidamente diferenciadas y diferenciables. En efecto, la regulación estatal de la economía no tiene una relación funcional con la supervivencia del estado, o dicho en términos más sencillos: no hay una relación causal entre un fenómeno y el otro, más simple todavía: el estado no sobrevivió porque haya regulado la economía desde hace miles de años, sino que su supervivencia se ha debido a otros motivos diferentes de ese.

Hayek no es un antiestatista en el sentido anarquista del término, es un liberal clásico, con todo lo que ello implica, entre otras cosas, partidario de un gobierno limitado, pero admitiendo de suyo la necesidad de un gobierno y de un estado. Esto está muy claro en sus otras obras, especialmente, The Constitution Of Liberty, Law, Legislation And Liberty, The Denationalization Of Money, Etc.

En cuanto a los instintos y la solidaridad, creo que el Dr. M. Coll malinterpreta a Hayek. El autor austriaco era un economista de origen, devenido en filósofo y no suele aclarar en sus escritos cuando hace análisis económico y cuando hace filosofía, este asunto de los instintos y la solidaridad es uno de eso puntos. Desde la economía, es claro para un austriaco que un sistema económico, en una sociedad como la nuestra, que estuviera exclusivamente basado en la solidaridad y no en instituciones tales como el comercio, el dinero, la propiedad, la justicia, etc. implicaría, en poco tiempo, el desplome de tal sistema económico y, a la larga, la desaparición de la civilización actual, tal como hoy la conocemos. Y es precisamente esto y ninguna otra cosa, lo que Hayek explica en este libro. De modo alguno califica sin mas, de "nefastos" a los instintos solidarios, sino que en su contexto, señala que lo que es útil desde un punto de vista económico en un grupo reducido, puede no serlo en un grupo mayor. Esto se ve mas claro cuando se analiza el tema bajo la óptica de una economía de trueque. El trueque puede ser perfectamente practicable en el ámbito de nuestra familia sin que se derrumbe la organización familiar, pero ¿podremos imaginar que sucedería si el comercio mundial, con su volumen y complejidad de nuestros días, tuviera que volver al truque -repentinamente- como único medio de transacción?. Sería el caos primero y más tarde el colapso de todo el sistema. Es esto lo que muestra Hayek, y creo que tiene razón en este punto.

Y como dimos comienzo a nuestra "critica a la critica" del Dr. M. Coll empezando por el final, donde afirma que los libertarios conspiramos para eliminar al estado (cosa que ya aclaramos al comienzo que no es exacta ni aproximadamente, siquiera, correcta), hay una afirmación del Dr. M. Coll que realmente me sorprende y me descoloca, y es esta que copio aquí: "El aparato del estado que nos subyuga tiene al menos una virtud, que trata de impedir su substitución por otro estado aún más subyugante y coactivo"

Como libertario o liberal puedo decir, que no creo que sea del todo exacto que nos subyugue, veo aquí otra tendencia mas de confundir a liberales / libertarios con anarquistas. En mi blog he dedicado mucho tiempo a destacar las diferencias entre anarquismo y libertarianismo (prefiero hablar de liberalismo por las razones que en el mismo sitio explico).

Pero eso es lo que menos me sorprende porque, como he dicho, es habitual confundir a liberales con anarquistas, lo que más me sorprende es la frase "... tiene al menos una virtud, trata de impedir su substitución por otro estado aún más subyugante y coactivo"

Echando una ojeada a la historia y al presente, le pregunto a mi amigo el Dr. M. Coll, ¿comprende esta frase a los estados fascistas, nacional socialistas, al estado soviético, al estado cubano, norcoreano, chino, y más atrás en el tiempo, al absolutismo monárquico anterior a la revolución francesa, etc.? Esos estados ¿también trataron de "impedir su substitución por otro estado aún más subyugante y coactivo"?

Su párrafo final por el cual dice: "Sorprende que el evolucionista Hayek no haya valorado la capacidad de supervivencia de la institución estado" sugiere nuevamente (incorrectamente a mi juicio) una presunta hostilidad de Hayek hacia el estado, que ya vimos nunca fue tal, es mas, entre los liberales Hayek es considerado bastante "estatista" para nuestro gusto, de todos modos, habrá que insistir que ni Hayek ni los austriacos, ni menos aun los liberales clásicos, ha propiciado jamás la eliminación del estado, y repito, resulta muy curioso que sea justamente Hayek (un clásico-liberal-clásico, o el menos austriaco de los austriacos) el acusado de semejante cosa.


[1] http://www.eumed.net/flechas/austriaca.htm

[2] Friedrich A. von Hayek, La fatal arrogancia, Unión Editorial, Madrid,